El 4 de septiembre de 2022, el alimoche Diego fue encontrado muerto bajo un poste de una línea eléctrica de media tensión en Calabria, dentro del parque nacional del Pollino.
El informe de la autopsia del Istituto Zooprofilattico Sperimentale del Mezzogiorno confirmó la electrocución como causa de la muerte, pero el destino de Diego ya estaba marcado: los análisis químicos toxicológicos determinaron que daba positivo en anticoagulantes dicumarínicos, con presencia de brodifacum y difenacum en muestras de su hígado.
Se trata de rodenticidas que, en pocas horas o pocos días, dañan el hígado de manera irreparable al inhibir el reciclaje de la vitamina K1 y la síntesis de determinados factores de coagulación.
Los dos biocidas que ingirió Diego son de venta libre y, por tanto, se trata de productos comerciales que se ponen a disposición del público para matar ratones y ratas. Sin embargo, estos productos representan un enorme riesgo para todos los animales depredadores o necrófagos que pueden alimentarse de roedores moribundos o muertos tras ingerir estas sustancias tóxicas. Además, el brodifacum y el difenacum también se utilizan a menudo en la preparación ilegal de cebos envenenados destinados a matar animales salvajes o domésticos.
Así, Diego tuvo la mala suerte de toparse con dos de las amenazas más temibles para las rapaces necrófagas: el veneno y la electrocución.
El joven alimoche, nacido en la primavera de 2018, había sido puesto en libertad en Basilicata en 2019 y, desde entonces, había llevado una vida ciertamente interesante. Tras dos temporadas invernales en Sicilia, Diego había realizado increíbles viajes por Europa del Este en la primavera-verano de 2021 y luego emigró a Chad para pasar allí el invierno 2021-2022.
Diego había regresado a Italia en mayo de 2022 y permaneció allí hasta el final del verano. Cuando la electricidad y el veneno truncaron su vida, acababa de iniciar su migración otoñal hacia África.
